Un pecado con muchas adeptas

Aquellas palabras entraron tan dentro de mí que la seda negra, que hacía mis ojos presos, secó las pequeñas lágrimas que brotaron. Ya no me importaba quién, ni qué me estaban haciendo o bien iban a hacer, mi Señor estaba conmigo, feliz por tenerme, eso era lo único que me importaba en ese momento.

Pases magnéticos sedantes

Mas acá es donde los jugadores fracasan. No pueden llegar a la primera a salvo. Cualquiera puede hacer contacto físico. Pero pisarla o tocarla de una manera no estratégica o bien improductiva no te envía a una segunda base, sino te llaman fuera y te devuelven al banquillo de los acusados.